miércoles, 7 de mayo de 2014

Franz Schubert






Hijo de una familia humilde, fue el duodécimo de trece hermanos. Residían en el barrio de Liechtental. Su padre era un profesor de escasos ingresos económicos.3
Su profesor de música se percató pronto de su talento y llegó a decirle: «No tengo nada más que enseñarle, el conocimiento lo ha recibido del buen Dios». A los once años entró como cantor en la Capilla Imperial, y consiguió una beca que le sufragó los estudios en la escuela municipal de Stadkonvikt. Allí fue alumno de Antonio  Salieri y, gracias a la orquesta de la escuela, para la que escribió sus primeras sinfonías, se familiarizó con la obra de Franz Joseph Haydn y de Beethoven.4
Juventud[editar]
A los catorce años comenzó a crear sus primeros lieder, poemas musicalizados para voz y piano, y antes de los dieciocho ya había creado algunas obras maestras, como Gretchen am Spinnrade, el primero de los muchos lieder inspirados en poemas de Goethe. A los diecinueve años había escrito ya más de doscientos cincuenta lieder.

Pese a sus talentos, su padre pretendía que heredara su profesión, lo que motivó el enfrentamiento entre ambos y el abandono de la casa paterna.
MADUREZ:
Fuera del hogar y habiendo decidido ganarse la vida con la música, Schubert se refugió en la casa de Franz von Schober.5 Así comenzó el peregrinaje. Nunca logró mantenerse sólo con sus composiciones y necesitó de la generosidad de amigos, que lo acogían en sus respectivas casas. Schubert tampoco mantuvo una relación duradera ni tuvo hijos, pero se adscribió a un círculo íntimo de amigos que le brindó muchas satisfacciones personales, además de constituir un público fiel y sensible a su arte.
Schubert no consiguió estrenar ni publicar ninguna de sus obras operísticas u orquestales. A lo sumo se interpretaron algunas composiciones vocales o pianísticas en las célebres schubertiadas.
En estos años Schubert contrajo sífilis.6 Habitualmente pasó estrechez económica. Se volvió inseparable de sus gafas, que conformaron parte indisoluble de su apariencia y acentuaron su fisonomía tímida.

Últimos años[editar]

Durante sus últimos años escribió piezas magistrales, fruto y reflejo de sus experiencias personales y siempre con el sello inconfundible de una inagotable inspiración melódica. Por ejemplo, una tensa profundidad marca la Wanderer-Fantasie, D. 760, para piano solo (1822) o el ciclo de lieder La bella molinera (Die schöne Müllerin) (1823), estos últimos inspirados en poemas de Wilhelm Müller. En 1824 escribiría La muerte y la doncella, uno de sus cuartetos más conocidos, y ya hacia el final de su vida el intenso dolor y el aislamiento dejaron su impronta en el Winterreise, D. 911, Op. 89 (1827), también con textos de W. Müller.
Por aquel entonces, Schubert tenía solamente treinta y un años y acababa de matricularse para estudiar fuga. Pero una gonorrea,9 complicada finalmente con una fiebre tifoidea, lo condujo a la muerte el 19 de noviembre de 1828. Se decía de Schubert que hacía tiempo ya «andaba por el mal camino», se hablaba de su afición al alcohol y la «sensualidad» -que lo llevó a tener relaciones esporádicas. Pero esa debilidad no ensombrece de ningún modo la figura de un hombre que en sus años de madurez padecía, según muchos biógrafos, de lo que actualmente llamaríamos trastorno bipolar. Esto explicaría que grandes obras quedaran incompletas sin una razón explícita.
El treinta de octubre de 1822 comenzó su Sinfonía en si menor pero, tras dos movimientos en una partitura de orquesta cuidadosamente pasada a limpio, y de comenzar el tercero, la abandonó. El manuscrito con ambos movimientos completos pasó a manos de su amigo, An. Hüttenbrenner, quien los conservó en un cajón durante más de cuarenta años. En 1865 se los entregó al director de orquesta Johann von Herbeck, quien en diciembre de ese mismo año dirigió en Viena el estreno de la obra incompleta.
No hay una conclusión a la cuestión sobre los motivos que condujeron a Schubert a dejarla inconclusa; una posibilidad sugiere que parte del manuscrito se perdiera. También se ha sugerido que el poderoso Entreacto en si menor de la música de escena para Rosamunda, de 1823, fuera en realidad el último movimiento sinfónico. A favor de esta tesis: las coincidencias en orquestación con ambos movimientos existentes, incluido el añadido de los tres trombones incorporados a la orquesta clásica convencional, así como la tonalidad. A pesar de todo, la explicación más verosímil para la crítica es la que cuestiona la madurez autorial para completar dos movimientos más con la misma altura y calidad expresiva de los previos. Así, la obra queda tal como la conocemos hoy: un díptico asimétrico, pero equilibrado: primero un Allegro moderato, en el que se contraponen la tensión dramática inicial y la naturalidad lírica, seguido de un Andante con moto en mi mayor, pleno de un agitado y tumultuoso vagabundeo, que alcanza al final el descanso en unacoda, cuya serenidad parece trascender el mundo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Gioachino Rossini



Gioachino Rossini o Gioacchino (nacido como Giovacchino Antonio Rossini en Pésaro, Italia, el 29 de febrero de 1792 y fallecido en París, Francia, el 13 de noviembre de 1868) fue un compositor italiano, conocido especialmente por sus óperas particularmente por las cómicas. Su popularidad le hizo asumir el "trono" de la ópera italiana en la estética del bel canto de principios del siglo XIX, género que realza la belleza de la línea melódica vocal sin descuidar los demás aspectos musicales. Rossini nació en Pésaro, hijo de Giuseppe, apodado "El vivaz", cornista de oficio, y de Anna Guidarini, cantante en los teatros locales. Tocando en la banda municipal a los seis años, Rossini mostró un extraordinario genio musical desde la más temprana edad y estudió música con su padre. Aprendió a tocar la espineta con el vinatero Giuseppe Prinetti; posteriormente estudió con el canónigo Giuseppe Malerbi, en cuya biblioteca leyó las partituras de grandes compositores del pasado. En Bolonia tuvo por primer profesor a Angelo Tesei e ingresó en el prestigioso Liceo Musical, bajo la tutela del sacerdote Stanislao Mattei, y ganó un premio por una cantata que compuso a los dieciséis años de edad.
Como clavecinista acompañante en teatros, Rossini fue llamado para componer una ópera breve en 1810 y, dado el éxito que logró, siguió componiendo, particularmente en Venecia y en Milán, con éxitos sonados en la mayor parte de los casos (su séptima ópera conquistó La Scala con cincuenta y tres funciones iniciales) y repentinos fracasos, pero afianzándose como el primer compositor de su tiempo, a pesar de no contar siquiera veinticinco años de edad. En esos momentos, Rossini llevó a la perfección musical el género bufo. Tuvo la ventaja de contar, ya en esta primera etapa, con grandes cantantes, en quienes pensaba al momento de desarrollar la melodía de los personajes, considerando las posibilidades de sus voces. Algunos de ellos eran Marietta Marcolini, Filipo Galli y Paolo Rosich.
En 1815 fue contratado por el sagaz empresario Domenico Barbaia para componer en Nápoles los teatros que administraba él con subvención gubernamental, el Teatro de San Carlos y el Teatro Del Fondo, en donde produjo óperas serias de inmenso valor para las voces más imponentes puesto que en la compañía de Barbaia se encontraban las más grandes luminarias del tiempo como Manuel García, Isabella Colbran (quien sería luego esposa de Rossini), Giovanni Rubini y otros. Mientras tanto, Rossini también recorre Italia, y creó óperas de todos los géneros (serio, semiserio, bufo), cuya influencia fue absoluta para todos los compositores posteriores y aun contemporáneos, y representó las ya creadas, que contenían melodías que se convertían en hitos inmediatos y permanentes.
En 1816 estrenó, en el Teatro Argentina de Roma y con argumento de Cesare Sterbini, una de las más famosas obras del repertorio operístico:El barbero de Sevilla. Basada en la trilogía literaria del barón francés Pierre-Augustin de Beaumarchais, cuya segunda parte, Las bodas de Fígaro, fue musicalizada por W. A. Mozart, fue durante sus primeras representaciones un fracaso. Posteriormente, Giuseppe Verdi y otros compositores la alabarían efusivamente, y alcanzaría una inmensa fama. Previamente puesta en música por el respetado compositor tarantino Giovanni Paisiello, el Barbero, como muchas otras óperas de Rossini, borró del cartel permanentemente las obras de grandes compositores como Nicola Antonio Zingarelli, Saverio Mercadante, Simon Mayr, Ferdinando Paër, Mosca, Carlo Coccia y el propio Paisiello.
En 1823 presentó su última ópera en Italia, Semíramis, y se trasladó a Francia (desde donde viajaría en 1824 a Londres en una exitosa gira que le produjo reconocimientos extraordinarios y jugosos estipendios); en París compuso una ópera que celebraba la coronación de Carlos X de Francia, y también su última ópera bufa, además de reelaborar otras dos obras italianas, y en 1829 Guillermo Tell, que supuso su definitiva consagración.
Curiosamente, ésta sería su última ópera, aun cuando le quedaban cuatro decenas de años de vida por delante. Sigue siendo un misterio por qué dejó Rossini de componer óperas tras Guillermo Tell; son muchas las teorías que tratan de dar respuesta a este interrogante, desde el hastío hasta la falta de necesidad, dada la riqueza que ya había acumulado, pasando por abundantes dificultades de salud (gonorrea y ciclos maníaco-depresivos), o quizá porque las circunstancias políticas así lo determinaron. Sin embargo, aunque no volvió a componer otra ópera, no abandonó el mundo musical, y se hizo cargo de la dirección del Théâtre-Italien y del Liceo de Bolonia y siguió componiendo muchísimas obras breves (sin dejar a un lado su otra gran pasión, la gastronomía), así como varias obras religiosas y profanas notabilísimas.
Había contraído nupcias con la cantante española Isabella Colbran en Castenaso, en 1822, pero se separaron legalmente en 1837, y entonces él se fue a vivir con Olympe Pélissier, con quien se casó en 1846, una vez que murió Isabella en 1845. Durante su vida, Rossini recibió las condecoraciones más importantes de Francia e Italia y un gran reconocimiento por parte de sus colegas de profesión; así, tras la entrevista que Rossini y Richard Wagnertuvieron en 1860, el último declaró que, de todos los compositores que había conocido en París, el único verdaderamente grande era Rossini, a quien veía muy serio y sencillo, pero mal comprendido por el público.
Rossini falleció en Passy, cerca de París, en 1868. Mientras miles de voces entonaban la plegaria de su Moisés, fue enterrado en el parisino Cementerio del Père-Lachaise. Sus restos fueron trasladados en 1887 a Florencia, donde descansa en la Basílica de la Santa Croce, junto a otras glorias de Italia: Galileo Galilei, Dante y Miguel Ángel. Dejó un legado monetario realmente considerable, del que destinó fondos para la creación de un asilo para músicos retirados (existente aún hoy) y otras obras de beneficencia. Había sobrevivido a muchos de sus sucesores en eltrono de la ópera italiana (Vincenzo Bellini, Gaetano Donizetti, Giacomo Meyerbeer), al tiempo que coincidió con la aparición de Giuseppe Verdi y de Richard Wagner.
Giuseppe Verdi convocó a los mejores compositores italianos a componer una misa de Réquiem en honor del Cisne de Pésaro (forma poética con la que se denomina a Rossini). Dadas las circunstancias políticas adversas, no se estrenó esa obra y Verdi usó su contribución, el Líbera me, en su propio Requiem, dedicado a Alessandro Manzoni. El director Helmuth Rilling ha exhumado y grabado la obra en la actualidad.
Nicoló Paganini, Frederic Chopin, Mauro Giuliani, Louis Niedermayer, Ottorino Respighi y otros renombrados compositores han creado variaciones, orquestaciones y adaptaciones de múltiples obras rossinianas. Y los afamados tournedos Rossini, así como muchos otros platos de cocina, son designados en honor al célebre compositor, que era un consumado gastrónomo.




domingo, 8 de septiembre de 2013

Muzio Clementi



Muzio nació en Roma en 1752, fue el primero de siete hijos de Nicolò Clementi, un platero altamente respetado y romano por herencia y de Magdalena Kaiser de nacionalidad suiza. Su talento musical empezó a manifestarse a temprana edad; a los siete años comenzó su instrucción musical y sus progresos fueron tan notables que a los trece años ganó un lugar como organista de la iglesia.
En 1766, Sir Peter Beckford (1740–1811), un acaudalado inglés primo del excéntrico William Beckford, mostró interés en el talento musical del muchacho y trató de convencer a Nicolò para llevarlo a su mansión de Blandford Forum en Dorset, Inglaterra; donde Beckford acordó proveer pagos trimestrales para solventar la educación musical de Clementi. A cambio de esta educación, Clementi se encargaba de los eventos musicales en la Mansión. Clementi pasó los siguientes siete años dedicándose enteramente al estudio y práctica del clavicordio. Sus composiciones de este período inicial, sin embargo, fueron pocas y casi todas se han perdido.
En 1770, Clementi se presenta por primera vez en público como pianista. La audiencia estuvo muy impresionada con su ejecución, fue el comienzo en ese entonces de una de las carreras como concertista de piano más exitosas en la historia. En 1774, Clementi fue liberado de sus obligaciones para con Peter Beckford y se trasladó a Londres, donde entre otras realizaciones hizo varias presentaciones en público como clavicordista, intervino en conciertos para cantante y arpa, y sirvió como «director» — desde el teclado — al Teatro del Rey, en Haymarket, durante al menos este período. Su renombre creció, al menos en parte a la popularidad de sus Sonatas Opus 2 recientemente publicadas. Su fama y prestigio aumentaron rápidamente y fue considerado por muchos círculos musicales como el pianista virtuoso más grande del mundo.
Clementi inició una gira europea en 1781 que le permitió viajar por Francia, Alemania y Austria. En Viena, Clementi convino con José II para entrar en un duelo musical con Wolfgang Amadeus Mozart para entretenimiento del Emperador y sus invitados. Cada ejecutante fue invitado a improvisar y a ejecutar selecciones de sus propias composiciones. La habilidad de ambos compositores y su virtuosismo fue tan grande que el Emperador se vio forzado a declarar un empate.
El 12 de enero de 1782 Mozart escribió a su padre:
«Clementi toca bien, tanto como la ejecución con su mano derecha le permite. Su mayor potencial reside en sus pasajes en terceras. Aparte de eso, no tiene el valor de Kreuser en cuanto al gusto y la sensibilidad — resumiendo él es muy técnico.»
En cartas subsiguientes, fue más allá diciendo que:
«Clementi era un charlatán, como todos los italianos.»
Las impresiones de Clementi respecto a Mozart, por el contrario, fueron todas muy positivas y entusiastas. Pero el tema principal de la sonata en si bemol mayorcautivó la imaginación de Mozart y diez años más tarde lo utilizó en la obertura de su ópera Die Zauberflöte (La flauta mágica). Este hecho indignó tanto a Clementi que cada vez que publicó esta sonata, incluyó una nota explicando que fue escrita diez años antes que Mozart escribiera La flauta mágica.



Carl Czerny



Carl Czerny (21 de febrero de 1791 - 15 de julio de 1857) fue un pianista austriaco, compositor y profesor. Él tuvo entre sus maestros,Clementi, Hummel, Salieri y Beethoven y entre sus alumnos, Franz Liszt. Más recordado por sus libros de estudios para piano, la producción musical de Czerny es amplia y se encuentra en un proceso de redescubrimiento

Johann Nepomuk Hummel



Johann Nepomuk Hummel o Jan Nepomuk Hummel (Presburgo, actual Bratislava, 14 de noviembre de 1778  Weimar, 17 de octubre de1837) fue un compositor y virtuoso pianista austriaco, discípulo de Wolfgang Amadeus Mozart. En su localidad natal, Presburgo, hoy Bratislava, en la actual Eslovaquia, hay en la actualidad un museo dedicado a su memoria. Su música refleja la transición del Clasicismo al Romanticismo musical.

Ludwig van Beethoven



. Ludwig van Beethoven (Bonn, 16 de diciembre de 1770  Viena, 26 de marzo de 1827) fue un compositor, director de orquesta ypianista alemán. Su legado musical abarca, cronológicamente, desde el período clásico hasta inicios del romanticismo musical. Es uno de los compositores más importantes de la historia de la música y su legado ha influido de forma decisiva en la música posterior.
Considerado el último gran representante del clasicismo vienés (después de Christoph Willibald Gluck, Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart), Beethoven consiguió hacer trascender la música del romanticismo, influyendo en diversidad de obras musicales del siglo XIX. Su arte se expresó en numerosos géneros y aunque las sinfonías fueron la fuente principal de su popularidad internacional, su impacto resultó ser principalmente significativo en sus obras para piano y música de cámara.

Su producción incluye los géneros pianísticos (treinta y dos sonatas para piano), de cámara (dieciséis cuartetos de cuerda, siete tríos, diez sonatas para violín y piano), vocal (lieder, dos misas y una ópera: Fidelio), concertante (cinco conciertos para piano y orquesta, uno para violín y orquesta) y orquestal (nueve sinfonías, oberturas, etc.), entre las que se encuentra el ciclo de las Nueve Sinfonías, incluyendo la Tercera Sinfonía, también llamada Eroica en mi mayor, la Quinta Sinfonía, en do menor y la Novena Sinfonía, en re menor (cuyo cuarto movimiento está basado en la Oda a la Alegría, escrita por Friedrich von Schiller en 1785).

Antonio Salieri



Antonio Salieri (Legnago, 18 de agosto de 1750 - Viena, 7 de mayo de 1825) fue un compositor de música sacra, clásica y ópera, y director de orquesta italiano.
Pasó la mayor parte de su vida en la Corte Imperial de Viena, para la que fue compositor y maestro de capilla. Su filosofía artística se resume en el título de una de sus óperas célebres, Primero la música y luego las palabras.
Músico de gran valía y dotado de gran talento, se dedicó a la enseñanza. Salieri ha visto su nombre unido a una presunta rivalidad con Wolfgang Amadeus Mozart.